Monterrey, Nuevo León. Estadio Universitario, Miércoles 3 de Marzo, 2010. 21:00 hrs.
Cuando Metálica (como lo vi escrito en un promocional en internerd) se presentaron el año pasado en México, no tenía dinero pero sí una gripa tremenda que me dejó noqueado por casi una semana así que me perdí los conciertazos que dió la banda en el Foro Sol de la Gran Tenochtitlán y que a decir de muchos, fueron la bomba... afortunadamente, meses después se hizo público el anuncio de que Metallica regresaban, y en esta ocasión la gripa era solo un vago recuerdo y las finanzas habían mejorado un poco, pero resultó ser que por cuestiones laborales estuve de viaje por varios días por lo que no me enteré de cuando se pusieron los boletos a la venta y cuando regresé a mi tierra fué ya demasiado tarde. Y en estas cuestiones por lo regular no le queda a uno más que buscar alguna alma piadosa que por alguna razón no pueda asistir al evento.
Pero en algunas ocasiones pareciera que el Universo conspira para que uno no consiga sus nobles objetivos: estuve buscando por esa alma piadosa entre mis conocidos y hasta desconocidos, pero ahora todo mundo estaba decidido a ser parte del evento... o al menos a esperar hasta el último momento para deshacerse de las entradas a precio considerable. Total que en una cena le comenté a un amigo acerca de la situación, a lo que me respondió que un conocido de él no iba a poder asistir y que estaba vendiendo sus entradas, y resultó ser que el mencionado conocido no era otro que mi vecino. Ironías de la vida aparte y aunque los lugares no eran los mejores (los pases eran para las gradas) a todo lo anterior está aunado el hecho de que soy de los que opinan que la banda ya vió pasar sus mejores días y que su último gran disco salió hace casi veinte años, así que la cuestión de los lugares no me quitó el sueño por así decirlo.
Total que a un mes del concierto de Iced Earth me encontré de nuevo con la Sultana del Norte y con un clima algo más benigno que en la última ocasión, aunque no demasiado. A medida que nos acercábamos al "volcán" (como se le conoce popularmente al Estadio Universitario de Nuevo León) y como es costumbre pululaban los tradicionales comerciantes con toda clase de artículos alusivos a la banda en cuestión.
Una vez adentro del recinto y dado que el conseguir un buen lugar no era problema, pos que inmediatamente nos dimos a la tarea de hacernos de el respectivo vaso conmemorativo del evento lleno hasta el borde de deliciosa y espumeante cerveza...
... mientras observábamos como el lugar iba llenándose poco a poco.
Después de minutos de espera, hicieron su aparición los primeros escoltas de Metallica: Maligno, una banda local que me pareció bastante buena (aquí su My Espace, chéquenlo vale la pena) aunque para mi gusto con demasiadas influencias de los primeros discos de Black Sabbath, pero eso no fué impedimento para disfrutar de una buena banda de rock. Menos el viento que en esos momentos comenzaba a arreciar y que provocaba que el respetable sacara chamarras y/o sudaderas para mitigar un poco las inclemencias ambientales.
Después de Maligno, minutos después aparecieron los segundos y últimos teloneros: Mastodon, una banda de Metal Progresivo oriundos de Atlanta y que creo que no eran exactamente la mejor opción para anteceder a los de San Francisco. Aún así, su actuación fué muy breve superando apenas los veinte minutos de duración.
Así las cosas, Mastodon dejaron la mesa puesta mientras el Estadio Universitario recibía a los últimos asitentes a la cita...
... y aproximadamente media hora después, por fin las luces se apagaron mientras aumentaban los gritos de emoción del respetable. Como es tradición en los conciertos de la banda (al menos los que había visto hasta ese entonces en video) en el sonido local sonaba The Ecstasy of Gold, la estupenda melodía que Ennio Morricone compuso para la inmortal película de Sergio Leone, El Bueno, El Malo y El Feo y segundos despues, ahí estaban, por fin, LOS TRES + UN JINETES DEL APOCALÍPSIS!!! (con el perdón de los fans de Robert Trujillo, sigo pensando que los zapatos del mítico Cliff Burton aún no han sido llenados) y justo en ese entonces todo lo dicho que si Metallica esto o Metallica lo otro, que si el pesado de Lars Ulrich y sus lios con Napster, que si Death Magnetic aunque bueno no es excelente y si algo complaciente, todas esas palabras se las llevó el viento cuando me levanté como disparado de mi lugar y me puse a brincar como poseído. La cosa no pudo haber comenzado mejor con Creeping Death y desde el lugar en el que me encontraba, fue genial ver todos esos puños que se alzaban al unísono con el consabido grito de "Die" característico de la canción.
Después nos recetaron Fuel, que no es de mis favoritas pero que diablos, era Metallica en todo su esplendor. Siguieron The Thing That Should Not Be y la gran Shortest Straw. Welcome Home sonó estupenda esa noche, inolvidable para un servidor que ya para ese entonces ya tenía los brazos adoloridos de tanto agitarlos al ritmo de las rolas antes referidas. That Was Your Life y The End Of The Line sirvieron para que un servidor se asentara y comenzara a dar crédito a sus ojos, porque de ahí siguió Sad But True con la que todo el estadio se puso a brincar y al finalizar la misma el propio James Hetfield miró al público y exclamó: "vaya, parece que sobrevivieron".
La banda no bajó el ritmo con Cyanide y My Apocalypse que prepararon el escenario para la pirotecnia que antecede a esa increíble canción conocida como One que fué seguida para beneplácito de todos los que estábamos ahí por ¡Master of Puppets! con la que desgarré las cuerdas vocales a más no poder. De ahí vino Damage Inc., otro emblema de la banda. Tal vez sea cierto el hecho de que la banda ya no tiene la energía de antaño (en ocasiones parecía que a Lars Ulrich le costaba mantener el ritmo) pero las emociones que provocaron esa noche fácilmente superaron cualquier falta que se les pudiera echar en cara, prueba de ello fué la interpretación de Nothing Else Matters en la que, amigos míos, las lágrimas empañaron mi visión. Y es que escuchar las miles de voces corear la canción es algo emotivo a más no poder. Pero la cuestión fundamental era pasarla bien, y la banda lo sabía ya que el solo de Matters se fundió de forma excelente con los primeros acordes de Enter Sandman que convirtió a todo el lugar en una auténtica fiesta metalera del más alto nivel.
La banda se retiró momentáneamente tras bambalinas ante la impresionante ovación del público que pedía más, y obviamente fuímos complacidos una vez más Am I Evil? seguida de Motorbreath, un regalo para los más acérrimos fans y que nunca creí que fuera a escuchar en vivo. Pero un concierto de Metallica no sería tal sin la obligada Seek & Destroy que fué coreada por todos ahí y con la que el desmadre alcanzó su punto más alto con los miles de vasos llenos de cerveza (al menos, quiero pensar que era cerveza) haciendo su aparición por todo el lugar.
Al final, cada integrante de la banda dedicó unas palabras al respetable, momento que Trujillo aprovechó para decir que para el era algo muy especial el hecho de tocar en Monterrey ya que señaló que sus abuelos era originarios de ahí, además de que tuvieron el detallazo de bajar del escenario y saludar a los de las primeras filas antes de retirarse definitivamente dejándonos a los que estábamos ahí con un excelente sabor de boca de los que acabábamos de presenciar, y si de algo me puedo quejar fué el hecho de que no tocaran Fade to Black ni For Whom the Bell Tolls, canciones que hicieron grande a la banda y que según tengo entendido, sí tocaron en el concierto anterior en Guadalajara. En fin, el riesgo que supone al escoger el concierto al que se va a asistir.
De regreso al trabajo y a la realidad, alguien me comentó que mi rostro reflejaba la felicidad. Y como no iba a ser así: a cuatro días de los acontecimientos aquí relatados, aún siento un sordo dolor en mis brazos. Dejo un fragmento de Sanitarium.
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