He hablado hasta el cansancio en este Bló de lo mucho que me gusta Iron Maiden y hoy amerita hacerlo una vez más. Grandes y gratas impresiones supusieron para mi la primera ocasión que escuché canciones como Hallowed Be Thy Name, Killers o Phantom Of The Opera, todas canciones contenidas en los primeros tres discos de la banda y tal vez los mejores que han editado.
Ese dinámico inicio de Run To The Hills con la batería aporreando que en mis viejos cassettes rebobinaba una y otra vez, o el frenético ritmo de la instrumental Transylvania o la trepidante Genghis Khan pasando por la estupenda The Prisoner y muchas, muchas más. La verdad es que para mi, esos tres primeros álbumes no tienen desperdicio y en todos ellos el batería fue el talentoso Clive Burr, hasta que llegó el mega éxito de The Number of the Beast y entonces las giras de la banda fueron cada vez más extensas. El duro ritmo de trabajo hizo mella en Burr y terminó dejando Maiden en los mejores términos.
El músico siguió trabajando en bandas que no llegaron a nada hasta que fue diagnosticado con esclerosis múltiple, enfermedad con la que Burr estuvo lidiando durante varios años e incluso sus ex-compañeros de Iron Maiden organizaron una serie de conciertos a beneficio de su fundación, la Clive Burr MS Trust Fund ya que Burr estaba en la bancarrota.
Debido a complicaciones de la desgraciada enfermedad, Burr murió la madrugada de este 13 de marzo de 2013 mientras dormía. Que penoso es ver como nuestros héroes van desapareciendo. Que en paz descanse el mejor batería que ha tenido la banda.
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