Ese absurdo apego a los objetos

Creo que todos cuidamos, guardamos y atesoramos ciertos bienes, objetos materiales no tanto por su valor monetario sino por su valor sentimental. Testigos inanimados de momentos especiales o que adquirimos o nos regalaron en alguna situación de nuestra vida y que nos recuerdan dichos momentos, mismos que se han ido y por lo tanto únicamente nos quedan esas muestras materiales a las que nos aferramos como constancia de que esos momentos fueron reales. Aquí una muestra fotográfica de lo anteriormente expuesto:

La primera vez que leí un libro por iniciativa propia fue hasta los 18 años, y fue "El Conde de Montecristo" durante una aburrida noche de invierno y sus páginas me atraparon de tal forma que a la fecha lo considero como el mejor que he leído, además de que fue el primero de una larguísima lista de novelas que a la fecha sigue aumentando. La historia de Edmond Dantes ocupa un lugar especial en mi vida.

Este viejo y gastado iPod me ha acompañado durante innumerables viajes y situaciones buenas y malas a pesar de que sólo tengo tres años con él, pero han sido tres años particularmente intensos. Llegará el momento en que deje de funcionar y le buscaré un reemplazo obligatorio, pero tiene un valor mayúsculo para un servidor.

Los dos anteriores objetos son sagrados para mi, se trata de la muñequera del bajista de Iron Maiden, Steve Harris y la uña de guitarra de Janick Gers, también del Maiden y fueron entregados de la misma mano de los anteriormente mencionados al que esto escribe. Fue durante el primer concierto de la Doncella al que asistí en Guadalajara, Jalisco.

Una réplica del Martillo de Thor o Mjolnir, una pieza muy popular al norte de Europa donde floreció la cultura vikinga. Con el paso del tiempo, el Mjolnir se ha convertido en símbolo de oposición ante la imposición de la religión católica en aquellas regiones pero para un servidor es un símbolo de un viaje que significó cierto aprendizaje tanto cultural como espiritual.

Una imagen del desastre del dirigible alemán Hindenburg me recuerda constantemente la fragilidad de la existencia. La del Hindenburg está considerada como una de las tragedias más grandes en la historia de la humanidad.

Leí "El pasillo de la Muerte" hace diez años, durante las navidades del año 2000 en lo que fue un momento especial de mi vida. No únicamente es una de las novelas más conmovedoras de Stephen King, sino de las mejores que he leído. El cineasta Frank Darabont realizó una entrañable adaptación de la misma protagonizada por Tom Hanks.

Compré estas chanclas en un Wal Mart gringo y, al igual que el iPod, me han acompañado a muchos lugares y hemos tenido muchas vivencias. Ya no los uso pero me resisto a tirarlos. Debería de hacerlo, ya dan pena.

Máscara artesanal que me trajo de Oaxaca una persona muy especial.

Compré esta pequeña artesania durante mi primera visita al bello estado de Guanajuato. Fue el primero de muchos viajes que he realizado por mi cuenta hace más de diez años. Desde entonces no he parado de viajar.

Boletos de concierto a los que he asistido, incluyendo el festival de Wacken. No necesito decir más.