La Bici

Cuando dejé el nido, hubo algunas cosas que dejé en casa de los viejitos (es de cariño), entre ellas mi vieja bicicleta. Resulta que en una visita al seno materno, prácticamente me dijeron que me llevara mi estorbo que porque necesitaba espacio, por lo que no tuve mas que llevarme el montón de fierros que se estaban oxidando y necesitaban una restauración urgente:

Las llantas necesitaban cambiarse y la cadena se había roto de un eslabón. También me encontré con que el mecanismo de los frenos necesiaba limpiarse por acumulación de polvo y suciedad.

Llantas nuevas (obviamente)...


La cadena (también obviamente...

Un pequeño tarro de grasa para puertas pero hace muy bien las veces de grasa para la bici:

Aplicación concienzuda así como limpieza de todo el mecanismo de frenado y cambio de velocidades, etapa a la cual no tomé fotos porque me encontraba muy concentrado, además de que me llevó toda la tarde...

Y ya estaba si no como nueva, al menos algo más decente que como la encontré. Ahora sólo quedaba la adquisición de algunos accesorios...

Como un candado por aquello de la inseguridad:

Guantaletas por aquello de la piel delicada, y gafas para el sol por aquello de las radiaciones solares:

El viejo e infaltable iPod (escencial), por aquello de vivir al máximo la experiencia de peladear después de tantos años:

Y a pedalear. No deja de tener su gracia que la primera rola que empezó a sonar en el iPod una vez salí a la calle fue el clásico de Deep Purple, Highway Star.